Un despacho de jóvenes arquitectos requería posicionarse en un mundo sumamente competitivo y dominado por las “vacas sagradas” de la arquitectura.
Mediante el eslogan “dreams in process”, se creó una narrativa y piezas de comunicación que desafiaban las convenciones de la comunicación de la arquitectura, generando una disrupción que consolidó a la firma como una de las más destacas del sureste de México, con alcances nacionales e internacionales.